Running popular.
Y triatlón, montaña, natación, etc.

EDUARDO

Le conocí hace unos 30 años, jugando a fútbol en el Zuzenbidea. Era un buen futbolista (cualquiera, entonces, no llegaba a la Real) y un líder. Le recuerdo con la apariencia física de Claudio Gentile (bigote y pelo rizado -sí, pelo rizado, aunque la mayoría le hayáis conocido con la cabeza rapada-) y la presencia en el campo de Uli Stielike:fuerte, duro, generoso en el esfuerzo. Empujaba a su equipo y era respetado por compañeros y rivales. Siempre iban a verle jugar sus padres y su novia, Marian. Yo era bastante malo y frágil. Duré pocos meses. Los suficientes para establecer una buena relación.

Cada uno siguió su camino. Durante varios años apenas nos vimos. Casi 20 años más tarde nos cruzamos corriendo (él había hecho mucho ciclismo y estaba empezando a correr) y, como siempre que nos veíamos, paramos a saludarnos. Así, varias veces, hasta que comenzamos a quedar para entrenar. Así, más veces, hasta que terminó siendo uno más del Donostiarrak. Y así, cientos de kilómetros y muchos buenos momentos.

Los que no le habéis llegado a conocer, sabed que Eduardo era elegante e impecable.Daba gusto verle, siempre hecho un pincel. Pero sobre todo era elegante e impecable como persona. Eduardo era un señor, un caballero. Entusiasta y vitalista, disfrutaba al máximo de todo lo que hacía: deporte, viajes, cine, música, gastronomía… Le encantaba estar con sus amigos. Era atento, detallista y muy cariñoso, siempre dispuesto a ofrecernos un gesto, una palabra amable o la luz de su sonrisa. Decía alguien que si Eduardo se encontraba contigo te hacía sentir importante. Así era.

Falta su padre, pero Marian, desde aquellos partidos, ha estado siempre y sigue ahí, lo mismo que su madre, Ángeles. A ellas, que se han llevado el golpe más terrible, y a toda su familia, desde el Donostiarrak, les ofrecemos nuestro apoyo y el abrazo más cariñoso.

Estamos muy tristes. Nos queda la inmensa suerte de haber sido sus amigos y compañeros de fatigas, pero es muy difícil de aceptar que se nos haya ido tan pronto.Las personas existen, al menos, mientras siguen vivos aquellos que las conocieron y recuerdan. Eduardo tuvo muchos amigos y sus amigos nunca le olvidaremos. Le tendremos siempre en nuestro corazón.

Hasta siempre, Eduardo.