Running popular.
Y triatlón, montaña, natación, etc.

Tras la suspensión de la edición pasada debido a la Covid, la cita la tenían el 7 de noviembre del presente año: Maratón de Nueva York. Cuando lo tenían todo preparado y la ilusión por acudir a la ciudad que nunca duerme, llegó el jarro de agua fría con la noticia que sacaba la Casa Blanca: Estados Unidos levantará el 8 de noviembre las restricciones de viaje a extranjeros vacunados. Por un sólo día, este año tampoco podría ser, José de la Cruz, Alicia Vetas, Javier Elías y Mikel Uralde tendrían que esperar un año más…

¿Y ahora qué? ¿Tanto entrenar para nada? ¿Maratón de Donostia? ¿o “a tomar por saco” y “na de na”? Por si acaso José se encargó de mirar qué maratones había por el mundo en fechas cercanas. Escribió un whatsapp al grupo diciendo “14 de noviembre Atenas, ¿a que no hay…?”. Pues dicho y hecho, a falta de 10 días se juntaron y delante del ordenador, sin pensárselo dos veces, realizaron la inscripción y cerraron todo lo relativo al viaje (hoteles, vuelos…).

El 12 de noviembre llegaron a Atenas con ganas de conocer in situ la “maratón auténtica” como se denominan ellos, “la verdadera”. Fidípides tuvo mucho que ver en todo esto, un héroe de la Antigua Grecia. Se trata de la figura central de la historia que inspiró un acontecimiento deportivo moderno: la maratón. Tras recoger el dorsal en la Feria del corredor, no quedaba otra que comenzar a pensar en la cita del domingo.

El sábado 13 de noviembre fue un día de turismo: visita a la acrópolis ateniense, barrio Plaka, visita al Estadio Panathinaikon (probablemente una de las llegadas más bonitas de todas las maratones a nivel mundial)… y cómo no, día de degustar los platos exquisitos como gyros, musaka, tzaziki… y a las 22,00 horas a la cama, que al día siguiente tocaba un madrugón.

El día de la maratón, el 14 de noviembre, la cita era a las 5,15 en el comedor para desayunar, porque el autobús que nos desplazaría a la ciudad de Maratón salía a las 6,00 de la mañana de la Plaza Sintagma (centro de Atenas). Pero una de las grandes anécdotas del día comenzó desde muy tempranito, cuando Javi y Mikel no aparecían a desayunar y Alicia tuvo que subir a despertarles (se durmieron). También es verdad que Alicia subió porque necesitaba la avena que estaba en la habitación de estos, porque si no, todavía creo que seguirían dormidos. Qué ocurrió desde que sonó la puerta y cogieron el autobús… os podéis imaginar, risas, caras de tontos, y anécdota que lo recordarán toda la vida.

Pero a las 6,00 ahí estaban… la organización era similar a la de cualquier major. Miles de corredores y decenas y decenas de autobuses. Increíble, pero cierto, el pre a la carrera transcurrió con un orden y una organización de sobresaliente. Llegaron a Maratón una hora más tarde. La salida era a las 9,00. La temperatura prometía, 13,5 grados y una humedad del 79% (los días anteriores la temperatura llegó a los 22 grados), cielo nublado; condiciones excelentes para una carrera dura, probablemente de las más duras debido a su desnivel positivo.

Más de 10.000 corredores ultimaban los preparativos. Nervios de última hora, muchas fotos para el recuerdo y a la linea de salida. El objetivo era claro entre los 4 integrantes del club: cruzar la meta juntos. ¡¡¡Pistoletazo y a correr!!! Los 10 primeros kilómetros fueron muy llanos (apenas hubo desniveles). Ritmo medio 4,50 min/km. Entre los kilómetros 10 y 20 ya comenzaron las cuestas, la tendencia era ascendente, con alguna bajadita (digamos zona de toboganes). La animación por parte de la gente era excelente. No sabemos si era porque la camiseta del club se parece a la bandera griega, pero notábamos que la gente nos animaba más que a otros. Alicia también tuvo mucho que ver, porque más que corriendo parece que va volando (qué fácil iba, y eso que recientemente había corrido la maratón de Berlín, junto a José)… Qué decir de José, que se puso dos camisetas de manga larga (para no enfriarse, iba con txistu y tamboril)… y de Javi, el reportero del día, con móvil en mano, sacando fotos y videos de la carrera. Mikel aguantaba, con buena cara, disfrutando de las subidas (que es donde mejor anda).

A partir del kilómetro 20 hasta el 32 más o menos llegaba la parte más dura y la que da fama a esta prueba. Había que subir de manera casi constante que hacía difícil conseguir mantener un ritmo cómodo. En el km 22 se pararon a sacar unas fotos ante la estatua de Filípides… y a seguir cuesta arriba. El ritmo seguía siendo bueno, en torno a 5 min/km. La gente seguía animando y aplaudiendo. Avituallamientos cada 2,5 kms. Los últimos kilómetros cuesta arriba se hicieron un poco largos, pero llegaron al 32 y comenzaba lo bueno, 10 kms cuesta abajo hasta meta… Ahí llegó la segunda anécdota del día: a Javi se le termina la batería del reloj, pasando a ser el primer korrilakari del club que se le termina la batería en día de una maratón de este calado… Pero no fue al único que se le terminó la batería, cuando uno piensa que todo está hecho y te crees que ya lo tienes en tus manos, Mikel comienza a sufrir y obliga al grupo a ir a 5,15 min/km durante varios kms. No lleva buena cara, pero sus compañeros no hacen más que animarle (eso sí que es un equipo). Los últimos 3 kms el ritmo pasa a 5,40 min/km, pero ya se ven en meta, y ya en el centro de Atenas, miles y miles de personas animando, a las puertas de un final inolvidable, llegan al Estadio Panathinaikon. Entre los cuatro sumábamos varias majors en nuestras espaldas, pero todos coincidimos a la hora de decir que quizá fuera la meta más bonita que hayamos cruzado… Los últimos metros los cuatro korrikalaris los hicieron cogidos de la mano, con las manos en alto, una llegada que nunca olvidarán. 3 horas y 35 minutos. El tiempo era lo de menos, objetivo cumplido. Pocas veces podrá un corredor tener esa sensación de gloria al cruzar una meta tan especial. Muchos abrazos, alegría, alguna lágrima, algún llanto… pero felicidad indescriptible.

No es una major, no es una de las 6 grandes del calendario, pero con estas palabras os animamos a todos los Donostiarrak a que algún año acudáis a Atenas y podáis correr la maratón de verdad, como ellos se denominan, la “maratón auténtica”. Es diferente, es especial… Esta vez, más que nunca, los cuatro fueron un verdadero equipo, ayudando a quien más lo necesitaba y llevándolo hasta la meta para disfrutar de ese momento que nunca olvidarán.

Os podríamos contar cómo transcurrieron el resto de los días, pero no es ni el momento ni el sitio adecuado. Mucho turismo (con la guinda del vuelo a Santorini), mucho disfrute, muchas risas, mucho equipo… mucho Donostiarrak.

Ninguno de los cuatro se acuerda ya del disgusto de la no maratón de Nueva York… y ahora, encima, pueden seguir soñando con Nueva York 2022… y es que “no hay mal que por bien no venga”.

Zorionak laukote!!!